sábado, 28 de junio de 2008

DRUG MUSIC


Mi piel, adicta como nunca, se expande en las sombras de mi cuerpo, se ensancha y engrandece, se propaga hasta los labios de mi mente. Y se convierte en chicle, en una dopamina, se estira y no entorpece, trasciende lo incoherente. Irradia luz, pervierte y mis dedos, cual arañas, se trepan a unos brazos al ritmo de esa luz que no nos miente.
Sentir se hace fácil, mis yemas lo agradecen, los labios sin sentido, se pegan como siempre, se tocan, se acarician, se suman a un millar de labios que presienten, que palpan, que deslizan, se deslizan por la luminosidad de unas mejillas, que obsequian, estructuran, equilibran el sabor que hay en la luna.
Mis poros se convierten en miles de manos ya incendiadas, en manos que difunden y que invocan, la voz de lo que escuchan, el sonido que no acaba. Miles de manos y dedos que se prenden, se calcinan en una maroma de sentidos, de ondas que persisten y más dedos distraídos, la dermis que florece y el compás en mis oídos.

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