viernes, 6 de junio de 2008

MI PROPIA CAZA

Con los pies cansados de tanto andar y las manos entrelazadas de pavor, reposo mis oídos en un mar de nidos y busco con los ojos la luz de tanto ruido.
No siento que reviente en el esternón pero entiendo que el lamento de un fracaso colapsado, abandonado en el subsuelo del rechazo, me carcome el alma, se la devora como si pudiera hacer papilla toda mi filosofía, mis ganas de curarme, mi falta de pastillas.
Y entonces, cual araña, fabrico mi propia telaraña. Pasito a paso voy deslizando tela y la tejo con cuidado y a mi manera. E invento vanidades y coso enfermedades mientras mi pequeña telaraña se hace grande y cubre habitaciones con ánimo expectante.
Ya ni siquiera duermo para seguir tejiendo, me puse laboriosa, me siento casi diosa. Y mi tejido crece, recubre las paredes, ya casi me rebalsa, se sube hasta mi cama.
Mi cuerpo se transforma en la presa de la araña.

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