jueves, 19 de junio de 2008

MÁS QUE CIEGA, ENCANDILADA

Alucinando en un mundo sin sentido,
de vértebras coherentes y ranas inherentes,
me topo con un topo de ritmos ortodoxos,
de voces desquiciadas y rimas perpetuadas.
Mi alma se desangra oyendo tus palabras,
mis manos que no paran
te anuncian la luz de mis mañanas,
de risas trasnochadas y fluorescencias
que se esconden derramadas.

Los poros de mi piel,
ya oxidados y vacíos,
se encuentran en tu cuerpo
y no en el mío.

Las coplas de un futuro que no llega
y unos huesos fracturados de indecencia
se suman al cansancio de perderte,
de verte esfumar entre la gente,
en las garras de mi voz condescendiente,
en las fauces de una bestia
que habita en mi mente.

Y vos, tan indulgente y flexible como siempre,
arrancás en mí sonrisas que pervierten,
que innatas y estridentes
se estallan en los huecos de mi alma saturada de pendientes,
colmada de la prosa de un demente,
de frases casi hechas, de rimas
que descansan en los hilos de mis dedos distraídos
y en los ojos de una luna disidente.

Los poros de mi piel,
ya oxidados y vacíos,
se encuentran en tu cuerpo
y no en el mío.

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