lunes, 7 de julio de 2008

A LA ESPERA


Te espero. Te rindo culto en el altar que habita entre mi almohada y te espero.
Profeso el capricho de tenerte y me convierto en adicta de tu mente, adepta al sabor de tu sonrisa e inconciente discípula del color de tu mirada, de unos ojos que me miran expectantes e inquilinos de la voz que retumba con estruendo en la caja toráxica que anida el recuerdo de tus dedos desparramándose en mi espalda, del olor de tu piel penetrando el infinito de mi alma, del color de tus labios enquistados a los míos, del calor de tus manos incrustadas en el hueco de mis alas amarradas a tus alas, al fervor de tus dedos distraídos generando llamas que no desaparecen, que nos zanjan a la sombra de nuestros cuerpos inherentes que, inseparables ya, se funden en un abrazo de nuestros labios, con los poros a flor de piel y nuestra propia luz reverberando en las paredes.
Y una vez más, te espero. Espero que aceptes mi destino que a gritos se enlaza a tu destino, que el interminable sonido de tu risa ilumine mis dientes cristalinos y que la voluptuosidad del roce de tus manos se tope con mis manos para ya nunca más soltarlas.
Te espero...

sábado, 5 de julio de 2008

TE PERDONO


Todavía siento el asfixiar de la traquea al cerrarse con sólo recordarte. Todavía se oprime el pecho sin murmullo en las noches de destierro y el pánico se convierte en la cuna de mi entierro cuando prácticamente puedo sentir nuevamente los dolientes agravios escupidos por tu boca deslizándose en mi piel.
Todavía la soledad aterra pero se hace buena compañera, como si pudiera borrarte la existencia y decidir que nunca sucedió; que nunca te enquistaste, hiriente y abatido, en el músculo que bombea la sangre a mis sentidos.
Todavía el silencio se hace acogedor y el dulce sabor de no tenerte me llena de gloria e, incluso, de osadía; la memoria inmortaliza el ya eterno rechazo de yacer a tu lado y cada poro de mi cuerpo te rechaza aún más con tan sólo recordarlo.
Mis ojos aún sienten el escozor de la arena y un par de vidrios rotos se juegan un duelo entre todas mis penas. Penas que instalaste y dejaste olvidadas entre un mar de gritos que no acaban, en mi mente que te repite hasta el empacho como si pudiera darle un nuevo porqué al porqué ya encontrado.
Tampoco me preocupa demasiado, hace demasiado tiempo que ya no te amo. Incluso, ahora te entiendo, estabas tan convencido de que nunca iba a funcionar para vos que hiciste lo imposible porque no funcionara. Y no funcionó…
Ahora sólo quiero expulsarte del recuerdo, hacerte un bollo de papel y dejar que te devore el mismísimo infierno.
Ahora sólo quiero creer que no exististe, que no habitaste mi universo, que ni siquiera violentaste los poros de mi cuerpo. Ahora sólo quiero disfrutar que no te tengo.
Y, sin embargo, te condono. Te eximo de culpa y cargo y, por primera vez, te borro de mi vida por completo pero te perdono.

La libertad sólo se hallaba en absolverte… así que te absuelvo y me libero del castigo de tenerte.