sábado, 5 de julio de 2008

TE PERDONO


Todavía siento el asfixiar de la traquea al cerrarse con sólo recordarte. Todavía se oprime el pecho sin murmullo en las noches de destierro y el pánico se convierte en la cuna de mi entierro cuando prácticamente puedo sentir nuevamente los dolientes agravios escupidos por tu boca deslizándose en mi piel.
Todavía la soledad aterra pero se hace buena compañera, como si pudiera borrarte la existencia y decidir que nunca sucedió; que nunca te enquistaste, hiriente y abatido, en el músculo que bombea la sangre a mis sentidos.
Todavía el silencio se hace acogedor y el dulce sabor de no tenerte me llena de gloria e, incluso, de osadía; la memoria inmortaliza el ya eterno rechazo de yacer a tu lado y cada poro de mi cuerpo te rechaza aún más con tan sólo recordarlo.
Mis ojos aún sienten el escozor de la arena y un par de vidrios rotos se juegan un duelo entre todas mis penas. Penas que instalaste y dejaste olvidadas entre un mar de gritos que no acaban, en mi mente que te repite hasta el empacho como si pudiera darle un nuevo porqué al porqué ya encontrado.
Tampoco me preocupa demasiado, hace demasiado tiempo que ya no te amo. Incluso, ahora te entiendo, estabas tan convencido de que nunca iba a funcionar para vos que hiciste lo imposible porque no funcionara. Y no funcionó…
Ahora sólo quiero expulsarte del recuerdo, hacerte un bollo de papel y dejar que te devore el mismísimo infierno.
Ahora sólo quiero creer que no exististe, que no habitaste mi universo, que ni siquiera violentaste los poros de mi cuerpo. Ahora sólo quiero disfrutar que no te tengo.
Y, sin embargo, te condono. Te eximo de culpa y cargo y, por primera vez, te borro de mi vida por completo pero te perdono.

La libertad sólo se hallaba en absolverte… así que te absuelvo y me libero del castigo de tenerte.

No hay comentarios: