Como un ángel corrompido por el demonio que habita en tu alma, aquel al que vendí la mía, casi sin darme cuenta, sólo por la necesidad imperiosa de sentirte adentro mío; me alimento de tus ganas, de tu voz de locutor, de tus mañanas… hasta que llegue el momento de extender las alas… y volver a mis días de ángel controlada.
sábado, 18 de octubre de 2008
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