Me pregunto cuánta gente tiene la posibilidad real de que un viaje, un contacto, un encuentro les “movilice” hasta la última fibra del cuerpo. Porque esa es la palabra… estoy MOVILIZADA. Hundida (placenteramente, debo reconocer) en un mar de sensaciones, sentimientos y emociones, con el alma a flor de piel.
Cualquiera podría decir: “es sólo un viaje”, “¡qué bueno, te vas de vacaciones!”. Pero para mí es mucho más (a su lado, todo es mucho más), para mí lo es absolutamente todo.
Él es absolutamente todo. Mi amigo, mi amante, mi amor… mi sueño, mi cielo, mi sol. La paz en cada poro, mi sonrisa más amplia, la oreja “auriculada”, mi mejor juego de lógica, mi escritor (vivo) favorito, mi risa descontrolada, mi compañero de “rizos”, la cuenta regresiva, mi frutilla con crema, mi almohada predilecta. Él es “mi” mundo, mi paraíso en el amor y el mejor infierno en la pasión. Sí, definitivamente, él es ese “mucho más” que me convierte en un cúmulo de gotas de sal conmocionadas.
Y entonces, es verdad, es sólo un viaje. Es el hecho de saber que en el viaje va a estar él… lo que me tiene insospechadamente movilizada.
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